El primer uso de este edificio fue como casa palacio de don García de Toledo Y Figueroa, nieto del primer Conde de Feria Don Lorenzo Suarez de Figueroa, estimándose su construcción hacía el primer cuarto del siglo XVI. Palacio que poseía el privilegio de tener una tribuna a la Iglesia de la Candelaria, ya que esta fue edificada en los antiguos terrenos que formaban parte de los huertos y jardines de este y cedidos para tal fin.
Durante gran parte de los años de este siglo XVI fue morada de esta noble familia hasta que a primeros de 1.600 don García de Toledo lo pone en venta por la cantidad de cuatro mil ducados al tener que marcharse a la corte madrileña para estar al servicio del príncipe Carlos, hijo de Felipe II.Por decreto del Nuncio de Su Santidad, fechado el treinta de abril de 1.600, las monjas Terciarias del Convento de la Cruz de Cristo pasaron a ser propietarias de este edificio, tras haberlo comprado para nuevo monasterio de la orden con la oposición de la I Duquesa de Feria, Juana Dormer, por entonces gobernadora del Estado de Feria, que quiso destinar el palacio a un colegio de jesuitas. Allí estuvieron las Terciarias de la Cruz hasta la desamortización de Mendizábal en 1836.
En el año 1.842, la Junta Superior de ventas nacionales, en vista de que ningún particular se decidía a quedarse con este enorme edificio, lo cedió gratuitamente al Ayuntamiento de Zafra, para establecer en él las escuelas públicas y algunas otras dependencias oficiales, aunque hay constancia que en 1.850 la iglesia de este desaparecido convento aún tenía culto religioso.
Esta pasada semana me dirigí una tarde, con mi padre, hasta dicho edificio que se encuentra en la plaza del Pilar Redondo, frente a la desaparecida puerta de los Santos de la antigua muralla, y que alberga la actual Casa Consistorial o Ayuntamiento de Zafra.
Tal como se entra al patio, en el ángulo derecho se sitúa la escalera de acceso a la parte superior, fabricada en piedra, la original por el deterioro que se aprecia debido al mucho uso.
Después de leer sobre su historia y poder visitarlo no puedo evitar pensar como tuvo que ser en sus mejores momentos, que seguro no fueron otros que los pasados, cuando albergó a la nobleza de esta bella ciudad.
El Archivo Histórico Nacional me ha traído hasta tu blog, por si no lo sabías ;-) . Enhorabuena por la descripción
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