Esta advocación mariana se encuentra expuesta al culto en el monasterio que lleva su nombre en la provincia de Cáceres, en la localidad de Guadalupe, comarca de las Villuercas. Es patrona de Extremadura desde el año 1907.
Posee esta talla el encanto de lo popular, dentro de un arte
sencillo, bastante tosco y expresa en sí misma una significación todavía más
alta: una presencia quasi-sacramental, que emerge de su condición de icono
sacro, lleno de fuerzas divinas misteriosas según afirma San Juan Damasceno,
Padre y Doctor de la Iglesia.
La imagen de Santa María de Guadalupe, la
Virgen Morena de las Villuercas, es una talla sedente, labrada en madera de cedro, de autor desconocido, de estilo románico o protogótico de finales del
siglo XII. En su representación de María es Virgen Madre y como Reina está
sentada sobre su trono. Presenta a su
Hijo sentado en su regazo, en actitud de bendecir. Mide la talla de Nuestra
Señora 59 centímetros y pesa 3.975 gramos.
De acuerdo a las características de la época presenta frontalidad,
nariz recta y mentón ateniense, grandes ojos y cierto hieratismo en las formas.
Pertenece al grupo de Vírgenes Negras de la Europa Occidental del siglo XII,
aunque al presentarla vestida desde el siglo XIV sufrió varias modificaciones,
principalmente en su cabeza y mano derecha.
Cubre su cabeza y hombros un tenue velo blanco, como atributo de
Sabiduría. Viste túnica de color verde oliva, con vueltas en rojo bermellón,
sobrecuello y en empuñaduras, puntillas bordadas en hilos de oro. Un manto de
color ocre-marrón cubre parte de sus hombros y piernas. Ostenta sus pies
calzados
con zapatos puntiagudos de color negro, pisando, no el estrado de su
sede, sino una pradera o huerto cerrado, de verde frescor, símbolo de su vida
interior, mística. En cambio su cuello, a diferencia de su rostro y manos
muestra una encarnadura de piel clara,
lo que puede hacer pensar que, con anterioridad a que la Virgen fuera vestida
con ricos mantos, tuviera otra tonalidad su piel.
Una muestra más de la fuerte carga simbólica que rodea a nuestra
Imagen, como dice fray Sebastián, es la decoración natural: cuatro flores tetra
lobuladas, dos en el pecho y una debajo de su mano derecha, símbolo de su
triple virginidad: antes del parto, en el parto y después del parto, y otra en
la parte inferior de su túnica, signo de su poder celestial.
Presenta además la Imagen, la mano izquierda
entreabierta y apoyada sobre su rodilla, en actitud de protección hacia su
Hijo, mientras la mano derecha fue sustituida en el siglo XV por la que
actualmente tiene, completamente distinta,
hecha para empuñar el cetro, la unión esta revestida con una lámina o cincho de
oro, en forma de pulsera.
Nuestra Señora de Guadalupe está sentada en su sede o trono, sin
respaldar, decorado a tramos, imitando aspilleras, flores tetra lobuladas y
otros motivos de estilo gótico. Su parte posterior, en cambio se encuentra sin
labrar, tal como quedó cuando en el siglo XIV fue separada de su primitivo
trono.
El Niño es talla sedente y encaja
anatómicamente sobre el regazo de su Madre, cronológicamente es de la misma
época, estilo y autor. Muestra rostro moreno de persona adulta, con larga
cabellera ondulada, que cae sobre su
cuello, de piel clara, igual que su mano derecha y pequeños pies, totalmente
descalzos. Viste túnica de color rojo acarminado, con decoraciones estampadas
en color oro. Cae desde su hombro izquierdo un manto de color azul celeste que,
cubre parte de su pecho, espaldas y rodillas, con estampaciones de flores
trifolias. Muestra con su mano derecha, labrada en plata en el siglo XV, en
sustitución de la primitiva, actitud de bendecir, mientras la izquierda, casi
en relieve sostiene sobre la rodilla del mismo lado el Libro de la Vida, más
pintado que tallado, encuadernado en rojo con decoraciones geométricas de entrelazo.
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